Es maravilloso el primer día de playa, el primer día en que compartes un espacio paradisíaco con perfectos desconocidos. Se produce una extraña comunión como a veces sucede en los trenes o en los autobuses (aunque estos últimos no sean tan paradisíacos). A mi primer día de playa no le ha faltado nada, ni la maravilla de sentir la arena húmeda bajo las pies, ni sumergirse en el agua cristalina aunque demasiado fría, ni volver a la infancia haciendo castillos de arena, ni por el supuesto el bocadillo de tortilla. Entre mis perfectos desconocidos había de todo: jóvenes hiperactivos que lo mismo juegan a las palas que tocan la guitarra, pareja madura de señor deportista incansable y campechano y señora elegante y educada que lee en la orilla, niños con manguitos explorando entre rocas y algas y adolescentes en busca de un lugar para amarse que cuando ven frustrado ese deseo por el número de bañistas que puebla el sitio en cuestión, no dudan en ponerse a hablar sin pudor del nombre que le pondrán a sus hijos. Es maravilloso el primer día de playa y es maravilloso pensar que todavía queda mucho tiempo para disfrutar de todas esas sensaciones y de nuevos perfectos desconocidos. Por eso os dejo este enlace con el sugerente anuncio de Dolce &Gabbana que de un tiempo a esta parte es para mí el preludio de todos esos días junto al mar, pero la versión antigua que me gusta más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario